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Adam Smith: más allá de la riqueza de las naciones

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Autor: Martín Rafols.

La figura de Adam Smith ocupa un lugar destacado en la historia de la economía y la filosofía política. Como pionero de la economía clásica, sus ideas y principios han dejado una huella perdurable en la teoría económica y en la forma en que comprendemos y aplicamos los conceptos relacionados con el funcionamiento de los mercados y la interacción humana en el ámbito económico.

Sus ideas han sido desarrolladas y ampliadas por economistas notables, como David Ricardo y John Stuart Mill, quienes profundizaron en la teoría del valor trabajo y la importancia de los incentivos económicos. Esta línea de pensamiento dio lugar a la escuela neoclásica, que incorporó conceptos como la maximización de la utilidad para comprender la asignación eficiente de los recursos escasos.

En su obra más conocida Una investigación acerca de la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones (1976) menciona el concepto de la «mano invisible». Adam Smith se refería a este como la capacidad de los individuos para tomar decisiones racionales en busca de sus propios intereses, generando beneficios sociales. En efecto, Smith argumentaba que en el mercado estas acciones individuales se combinan de manera espontánea, provocando un orden eficiente en la asignación de recursos, sin necesidad de una planificación centralizada.

La clave de esta idea radica en entender que, cuando los individuos persiguen su propio beneficio económico, contribuyen indirectamente al bienestar general de la sociedad. Es importante destacar que este intercambio no se basa en la benevolencia o caridad de los participantes, sino en su búsqueda racional de satisfacer sus propios intereses. Los productores ofrecen productos y servicios que creen que los consumidores desean y están dispuestos a pagar por ellos. Del mismo modo, los consumidores toman decisiones de compra en función de sus propias necesidades y preferencias, evaluando el precio y la calidad de los productos en el mercado.

La idea de la mano invisible revoluciona la forma en que se comprende y se organiza la sociedad, al destacar el poder del libre intercambio y la autonomía individual. Contrariamente a las concepciones previas que sostenían la necesidad de una intervención estatal en la economía, Smith argumentaba que confiar en la autorregulación del mercado conduciría a mejores resultados para todos.

En esta línea, es un error concluir del concepto de «mano invisible» que los individuos actúan solo en función del egoísmo. Para Adam Smith, existe en la naturaleza humana principios morales en el que nos interesamos por el otro. Así, su pensamiento va más allá de un análisis económico y se fundamenta en su comprensión de la moralidad y la conducta humana. Según Smith, nuestros sentimientos morales, como la empatía y la simpatía, nos guían a considerar el impacto de nuestras acciones en los demás al buscar nuestros propios intereses. Esta interacción social basada en la moralidad crea una «armonía invisible» que promueve el bienestar general de la sociedad. Por lo tanto, Smith argumentaba que el beneficio económico individual y el bienestar social están intrínsecamente ligados a través de una comprensión profunda de la moralidad y la conducta humana.

En resumen, la idea de la «mano invisible» no implica una ausencia de regulación, como muchas veces se malinterpreta, sino más bien resalta el papel de los individuos, que buscando su propio interés generan beneficios sociales. Adam Smith consideraba que una regulación adecuada, dentro de un marco institucional bien establecido, era necesaria para garantizar un funcionamiento eficiente y equitativo del mercado.

El legado económico de Smith

Las ideas de Adam Smith han sido objeto de diálogo y fusión con otras corrientes de pensamiento económico. Un ejemplo destacado es la teoría keynesiana del siglo XX, que argumentó a favor de una mayor intervención estatal para estabilizar la economía y contrarrestar el desempleo. Sin embargo, incluso en este contexto, las ideas de Smith siguen siendo relevantes, ya que Keynes reconocía la importancia de las fuerzas del mercado en la asignación eficiente de recursos. Este intercambio de ideas ha enriquecido el debate y ha permitido una comprensión más matizada de la economía política.

Gary Becker, uno de los economistas más influyentes del siglo XX, compartía una conexión con Adam Smith en su enfoque de utilizar la economía para comprender el comportamiento social de los individuos. Al igual que Smith, Becker reconocía la importancia de los incentivos y los costos y beneficios en la toma de decisiones económicas. Becker amplió y profundizó la comprensión de la racionalidad económica propuesta por Smith al aplicarla a áreas como la familia, el capital humano y la criminalidad, examinando detalladamente los aspectos económicos de estos fenómenos sociales.

La economía del comportamiento en el siglo XXI examina cómo las personas toman decisiones económicas, reconociendo la influencia de sesgos cognitivos y emocionales. Autores destacados en este campo incluyen a Kahneman, Tversky, Thaler y Ariely, quienes han investigado estos sesgos. La economía del comportamiento no invalida la racionalidad propuesta por Adam Smith, sino que busca comprenderla mejor. Estos autores han demostrado que las personas pueden desviarse de la figura de la “racionalidad tradicional” debido a sesgos cognitivos y emocionales en sus decisiones económicas.

Adam Smith ha dejado un legado perdurable en la economía. Sus ideas han dado forma al avance económico y político, y han sido fundamentales en el desarrollo de teorías y políticas económicas. Keynes, Becker, los economistas del comportamiento, entre muchos otros, han utilizado los principios de Smith para sustentar sus descubrimientos, fortaleciendo así su narrativa. Aunque han surgido corrientes de pensamiento complementarias, las ideas de Smith siguen siendo la base sobre la cual se construyen nuevos modelos económicos. Su enfoque en la búsqueda racional de intereses individuales para promover el bienestar general ha demostrado ser poderoso y relevante en el mundo económico actual.

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