Este año el Gobierno presentó una reforma al sistema de isapres, la que busca abordar varios de los problemas que Este ha mantenido en el tiempo. Pretende, entre otras cosas, reducir las diferencias de precios asociadas a los distintos tramos de edad mediante un esquema de ‘compensación solidaria’, y terminar con la discriminación por sexo y estado de salud, igualando el precio de planes entre hombres y mujeres, y eliminando la declaración de salud. Esta registra las carencias y preexistencias de las personas, lo que encarece la salud para ciertos grupos de la población (mujeres y enfermos).
Si bien la reforma es un avance respecto del sistema actual, en nuestra opinión no aborda dos elementos muy relevantes para mejorar la cobertura de muchos ciudadanos: la inclusión de enfermedades raras o complejas que hoy no están consideradas y el incremento de los topes de cobertura para enfermedades catastróficas.
Existe una alternativa aún no mencionada en el debate que podría hacerse cargo de estos problemas: permitir la entrada de aseguradoras internacionales al sistema privado y dar a los ciudadanos chilenos la posibilidad de elegir dónde destinar su 7% de salud entre más (y mejores) actores en el mercado.
La entrada de empresas de calidad ampliaría la oferta potencial de aseguradores de salud, lo que agregaría competencia al sistema —hoy concentrado en seis aseguradoras—, pondría presión a la baja en los precios y aumentaría el ‘surtido’ de servicios ofrecidos. En otras palabras, generaría mayor cobertura e inclusión de prestaciones que hoy no están en el sistema.
Adicionalmente, podría aumentar la calidad de los servicios ofrecidos mediante el acceso a prestaciones de salud en los mejores centros médicos internacionales y con médicos en la frontera del conocimiento de ciertas enfermedades complejas.
En cotizaciones que hemos realizado encontramos que existen planes de estos seguros que son hasta 33% más baratos, para una mujer adulta en edad fértil, que los ofrecidos por las isapres, y de costo similar para una familia con un hijo. En ambos casos el seguro posee topes muy superiores —del orden de 2 a 5 millones de dólares—, cubre prestaciones hoy excluidas del sistema chileno, y permite libre elección de establecimientos de salud nacional e internacional, entre otros beneficios.
El problema es que hoy solo es posible acceder a estos seguros después de pagar 7% a Fonasa o una isapre. Optar por uno de estos de forma complementaria genera una carga monetaria no menor.
El principal desafío de incluir a aseguradoras internacionales es definir cómo podrían ingresar al engranaje del actual sistema. Puede parecer difícil, pero estudiar su factibilidad es necesario y urgente, ya que sus efectos irían en beneficio directo de miles de familias chilenas.
María Valentina Konow, socia FK Economics
Felipe Sepúlveda, economista FK Economics
Fuente: La Segunda