Valentina Konow V.
Calificado como «lectura obligatoria» para quienes quieran aportar y construir en la discusión constitucional, lo que sigue es un análisis del libro recientemente publicado por el Centro de Estudios Públicos, algo que se podría considerar como un ensayo del ejercicio en que consistirá discutir una Constitución.
El libro «Aspectos económicos de la Constitución», editado por Rodrigo Valdés y Rodrigo Vergara, es, en mi opinión, una lectura obligatoria para futuros constituyentes, pues provee de una revisión sustancial de contenidos fundamentales para la nueva Constitución, y entrega simultánea y brevemente, la opinión de personas muy capacitadas en las distintas materias.
El libro está organizado de manera tal que la lectura de cada aspecto revisado se hace fácil y, como mencioné previamente, la argumentación provista para cada propuesta es sustanciosa.
Es relevante comentar que este libro fue escrito de una manera poco convencional. Se reunió a un grupo de profesionales de diferentes tendencias políticas, ligados a la economía y las políticas públicas, y se conformaron subconjuntos de ellos para quedar a cargo de la elaboración de algunos de los distintos capítulos del libro, cada uno dedicado a algún elemento económico de la Constitución. Posteriormente, cada uno de los convocados pudo opinar respecto de las propuestas que hicieron los responsables de cada capítulo.
Además de los editores, participaron redactando capítulos Sebastián Claro, profesor de economía de la PUC y exvicepresidente del Banco Central; Pablo Correa, economista que actualmente se desempeña como vicepresidente del Banco Estado; Luis Eduardo Escobar, economista y consultor independiente; Sylvia Eyzaguirre, filósofa e investigadora del CEP; Andrea Repetto, académica de la UAI y presidenta de la Fundación para la Superación de la Pobreza; Jorge Rodríguez, exinvestigador CIEPLAN y vicepresidente del Consejo Fiscal Autónomo; y Claudia Sanhueza, directora del centro de economía y políticas sociales de la Universidad Mayor.
Los subgrupos de autores se conformaron pensando en que idealmente no estuvieran de acuerdo ex ante y se les pidió que hicieran un esfuerzo para llegar a una propuesta en común.
El primer capítulo se trató de la iniciativa presidencial exclusiva en materia de gasto público y fue escrito por Rodríguez y Vergara, el segundo capítulo, escrito por Claro y Repetto, tocó el tema del proceso presupuestario, el capítulo sobre la forma del Estado y la gestión fiscal fue escrito por Correa y Rodríguez, el cuarto capítulo, referente al Banco Central, fue escrito por Claro y Valdés, la propiedad privada fue el tema del capítulo quinto, escrito por Escobar y Vergara, el sexto capítulo sobre el agua y la minería en la Constitución fue escrito por Repetto, Sanhueza y Valdés, el séptimo capítulo fue escrito por Eyzaguirre y Sanhueza, quienes tocaron el tema de los derechos económicos y sociales, finalmente el octavo capítulo sobre el rol subsidiario del Estado fue escrito por Correa, Escobar y Eyzaguirre.
En mi opinión, este libro tiene dos virtudes importantes para destacar.
La primera, como ya se insinuó, es que las propuestas son serias y razonadas, elaboradas usando evidencia empírica, la experiencia de otros países y la propia experiencia de los autores. Como cualquier lector podrá apreciar, las propuestas no son antojadizas o dogmáticas, como abundan en las discusiones actuales de políticas públicas.
«La segunda virtud del libro creo que es la más importante. El trabajo realizado es una especie de adelanto de lo que podría ser la discusión constitucional. Si la nueva Constitución fuese una película, este podría ser el trailer».
La segunda virtud del libro creo que es la más importante. El trabajo realizado es una especie de adelanto de lo que podría ser la discusión constitucional. Si la nueva Constitución fuese una película, este podría ser el trailer. No sólo es interesante leer las propuestas, también es muy útil e interesante leer las opiniones de los otros autores al final de cada capítulo. En dichas opiniones se reflejan obviamente diferencias, igual a las diferencias que habrá en la Convención Constituyente.
Me parece interesante mencionar que, si bien en muchas de las opiniones manifestadas en el texto se expresa una voluntad de buscar acuerdos, de realizar un trabajo deliberativo que llegue a un buen resultado, el texto también da cuenta de la dificultad de llegar a acuerdo sobre temas relevantes entre personas muy capacitadas (e incluso con formaciones similares). Evidencia de lo anterior se da en el capítulo que aborda la Constitución y los derechos económicos y sociales, temática en la cual las autoras no lograron desarrollar una propuesta conjunta. A esta evidencia se suma la existencia de desacuerdos respecto del rol de Estado que debería considerar la nueva Constitución.
Lo anterior pone en duda la capacidad que va a tener el proceso constituyente venidero de dar respuestas a las enormes y diversas expectativas ciudadanas y, al mismo tiempo, releva el rol que tendrá el reglamento de la Convención, el que debe ser redactado de una manera en la que se promueva alcanzar acuerdos.
Finalmente, este libro permite vislumbrar el enorme desafío que enfrentan el nuevo grupo de constituyentes a elegir: lograr que el nuevo texto constitucional sea un texto cohesionado y una verdadera Carta Magna que refleje al Chile actual y a la vez permita su desarrollo y el de sus habitantes de una mejor manera que el documento que lo precedió.
Fuente: Revista Átomo.